La industria audiovisual se encuentra en una situación tan compleja que al ser analizada parece paradójica, uno de sus sectores más relevantes y distintivos -el cinematográfico- en una de sus metonimias más representativas -Hollywood- presenta una especie de dualidad: por una parte, surgen producciones que superan marcas de manera constante en recaudación; y, por la otra, se profundiza el abismo entre su jerarquía de producción y ejecución mediante las actuales huelgas de actores y guionistas, donde la última ya lleva más de 100 días declarada.
La denominada Writers Guild of America (WGA) Strike, materializa una disputa laboral entre el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos, integrado por más de 11,500 miembros, y la Alliance of Motion Picture and Television Producers (AMPTP), la mayor Alianza de Productores de Cine y Televisión del sector, compuesta por estudios cinematográficos de calibre mundial como Warner Bros., Walt Disney Studios, Universal, Sony, Paramount, entre otros. Dicha huelga, declarada el 2 de mayo de este año, ya supera en tiempo de duración a su antecedente del 2007-08, y se aproxima a sobrepasar la más larga de la historia, que fue de 153 días en 1988.
A la mencionada alianza de productores de cine y televisión se le sumó, el presente 14 de julio, un nuevo reto presentado por los guionistas, ya que el sindicato que representa a más de 160,000 actores - SAG AFTRA - declaró del mismo modo su cese de actividades. Ello originó una huelga simultánea entre ambos grupos, la cual se ha popularizado como “la doble huelga de Hollywood”. Si bien ambas organizaciones abarcan distintos gremios dentro de la industria, tienen un elevado número de coincidencias en sus causas frente a los estudios no solo por las afectaciones que generan en las producciones, sino también por las peticiones y pretensiones involucradas.
Una de las principales razones, como en la mayoría de huelgas y disputas laborales, gira alrededor de la remuneración. Tanto guionistas como actores buscan elevar su ingreso mediante un mayor incremento salarial al ofrecido, ya que no es considerado suficiente para cubrir los aumentos en sus costos de vida impulsados principalmente por los efectos inflacionarios de los últimos tiempos. En ese sentido, si bien existen pagos mínimos establecidos para las profesiones, la disputa se centra en un rango del 3 al 4 por ciento del aumento del valor en conjunto con las formas de pago al pasar de mensuales a semanales en ciertos casos.
A la confrontación frente a los ingresos se le agrega otro aspecto más profundo conocido como los pagos residuales. Esta figura, que también puede entenderse desde la perspectiva de propiedad intelectual como regalías o derecho de remuneración, implica una compensación en relación al porcentaje de ganancias que reciben las partes por la explotación de su imagen o creación. Lo anterior ha cobrado relevancia puesto que no existe claridad sobre la distribución de pagos en plataformas de streaming, las cuales ponen las obras a disposición del público de manera permanente, pero los datos de reproducción no son compartidos públicamente por las entidades.
Una de las pretensiones más preocupantes, pero igual de interesante para efectos de análisis, es aquella que involucra el uso de la inteligencia artificial en las producciones. Los avances tecnológicos hoy permiten que estas herramientas puedan crear o complementar la escritura de un guion del mismo modo que ejecutar un rol solo con escanear la imagen del actor. La ambigüedad legal existente en estos aspectos permite entender la sensación de amenaza existencial para los gremios, quienes buscan que no sea implementada. La Alianza de estudios, por su parte, ha contrapropuesto que ello se realice con la autorización escrita de los actores y guionistas.
Asimismo, se exigen asuntos que involucran situaciones que podrían entenderse subjetivamente como el reconocimiento de la dignidad humana y la integridad artística dentro del sector, las cuales desde una perspectiva general buscan mejorar las condiciones del cuerpo y el alma de la industria creativa. Lo cierto es que existe unanimidad en la opinión de las distintas partes frente a la sensación antagónica de los estudios integrantes en la alianza de productores AMPTP, quienes, por supuesto, han presentado sus argumentos en contra bajo su razonamiento y naturaleza corporativa.
En cualquier caso, la prohibición por parte de los sindicatos a sus miembros actores y guionistas de participar en producciones hasta que se levanten las huelgas arroja consecuencias a corto y mediano plazo. Si bien existen retrasos anunciados con base en cronogramas de lanzamientos de producciones audiovisuales, lo cual afecta directamente a los estudios, muchos actores y guionistas empiezan a sufrir el desgaste apenas lógico de no recibir ingresos producto del cese de sus actividades. Más allá del desenlace, no cabe duda de que este momento marcará un hito para la industria hacia el futuro.